Adam and Eve by Titian |
En realidad no lamenté que viniera porque aquí no hay más que pobres desechos y ella trajo algunas de esas manzanas. Me vi obligado a comerlas, reñía tanta hambre. Iba contra mis principios, pero veo que los principios no tienen verdadera fuerza salvo cuando uno está bien alimentado... Llegó envuelta en ramas y ramilletes de hojas, y cuando le pregunté qué significaba tamaña roncería y se las quité y las tiré al suelo le dio la risa y se ruborizó. Nunca había visto a nadie soltar esas risitas y ruborizarse, y me pareció indecoroso y estúpido. Dijo que pronto sabría por mí mismo lo que era. Estaba en lo cierto. Hambriento como estaba dejé la manzana a medio comer -sin duda la mejor que he visto jamás, habida cuenta de lo tardío de la estación- y me atavié con las ramas y los ramilletes tirados y luego la hablé con cierta severidad y le ordené que fuera por más y no diera el espectáculo. Así lo hizo y después bajamos sigilosamente hasta donde había tenido lugar la batalla de las bestias salvajes y recogimos algunas pieles y le hice confeccionar con los retazos un par de trajes adecuados para los actos públicos. Son incómodos, es cierto, pero están a la moda y eso es lo más importante de los vestidos... Noto que me hace mucha compañía. Veo que sin ella me encontraría solo y deprimido ahora que he perdido mi propiedad. Otra cosa, dice que en adelante tendremos que trabajar para ganarnos el sustento. Me será muy útil. Yo supervisaré.
Fragmento del libro "Diarios de Adán y Eva" escrito por Mark Twain