viernes, 27 de noviembre de 2009

¡Oh! ¡Cuántas cosas mira el que ha sabido cerrar los ojos!
-¿Quieres embarcarte? –Me preguntó el Espíritu-. Mira aquel esquife que, besado por la luna, parece de nácar. ¡Es para ti! Lo he reservado para ti… ¿Quieres embarcarte?
¡Oh amada mía! Para navegar por ese divino océano de la paz era preciso dejarte a ti –a ti, amada mía- en la ribera; y moviendo melancólicamente la cabeza, contesté al ángel:
-¡No puedo, de veras que no puedo!

Fragmento Los Esquifes de Amado Nervo

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