miércoles, 11 de agosto de 2010

El Retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde

-Quédate, nunca tocaste tan bien como esta noche. Había algo prodigioso en tu manera de herir las notas. A todo le has dado una expresión que no te conocía antes.

-Es porque voy a ser bueno –respondió sonriendo-. Ya he cambiado un poco.

-Tú no puedes cambiar para mí Dorian –dijo lord Henry-. Tú y yo seremos siempre amigos.

-Y sin embargo, tú me envenenaste en ocasión vez con un libro. Eso nunca lo perdonaré. Harry, prométeme que nunca volverás a prestar ese libro a nadie. ¡Hace daño!

-Querido, en realidad ya estás comenzando a moralizar. Pronto irás a reunirte con los conversos y los predicadores. Advirtiendo y amonestando a las gentes contra todos los pecados de los cuales tú ya estás harto. Eres demasiado hermoso para hacer semejante cosa. Además sería inútil. Tú y yo somos lo que somos, y seremos lo que hayamos de ser. En cuanto a eso de ser envenenado por un libro, no es cierto. El arte no influye sobre las acciones. Más bien aniquila el deseo de actuar es magníficamente estéril. Los libros que el mundo llama inmorales, son aquellos que exhiben a ese mundo su propia vergüenza. Eso es todo. Pero no vamos a discutir sobre literatura. Vuelve mañana. Voy a dar una vuelta a caballo a eso de las once.


Extracto del capítulo 11 del libro El retrato de Dorian Gray.

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