Quizá el relato más fantástico del año no sea Harry Potter and the Deathly Hallows, sino The Uncommon Reader (El lector poco común), una novela corta de Alan Bennett que imagina que la reina de Inglaterra se convierte de pronto en una lectora voraz en su ancianidad.
En una época en que los libros parecen librar una batalla sisifeana contra las fuerzas de MySpace, YouTube y los realities shows, la noción de que alguien pueda cambiar con tanta rapidez de la indiferencia literaria a una pasión devoradora parece, tristemente, inverosímil.
El problema fue resaltado cuando el National Endowment for Arts divulgó la solemne noticia (¿novedad para quién?) de que los estadounidenses- especialmente los adolescentes y adultos jóvenes- están leyendo menos como una simple diversión. AL mismo tiempo entre aquellos que leen menos la cantidad de lectura también está disminuyendo. Los entrevistados que ocupan jefaturas revelaron que sus subordinados son cada vez más ignorantes cuando se trata de citar una lectura básica o sobre la comprensión de un asunto.
¿Qué hacer delante de estas constataciones? ¿Perdemos todas las esperanzas o las personas un día volverán a ser atraídas hacía los libros? ¿Y qué es, exactamente, lo que convierte a alguien en un amante de los libros que regresa una y otra vez por más?
No existe una respuesta empírica. Si existieran más libros serían vendidos tan bien como Harry Potter o el Código Da Vinci. La gestación de un lector fiel y comprometido es, en algunos aspectos, un proceso mágico formado en parte por fuerzas externas, pero también por una centella de la imaginación.
La gestación de un lector auténtico y comprometido es en cierto modo un proceso mágico, moldeado en parte por fuerzas externas, aunque también por una chispa dentro de la imaginación. Tener padres que leen mucho ayuda, pero no es garantía. Maestros y bibliotecarios dedicados también pueden ser influyentes. Sin embargo, pese a la proliferación de grupos de lectura y blogs literarios, leer es, al final de cuentas, un acto privado.
“Porque las personas leen y lo que ellas prefieren son cuestiones muy personales”, dice Sara Nelson, editora en jefe de la revista especializada Publishers Weekly.
En algunos casos, pedirle a alguien que explique porque lee es una invitación a una refinada racionalización.
Junot Díaz, autor de The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, recuerda vívidamente tropezar con una biblioteca móvil poco después de que su familia emigró a Nueva Jersey desde República Dominicana, cuando él tenía 6 años de edad.
Díaz le dio un vistazo a un libro de ilustraciones de Richard Scarry, a una colección de pinturas de naturaleza estadounidense del siglo XIX y a una versión de El Signo de los Cuatro, de Arthur Conan Doyle.
¿Así que qué tenían esos tres títulos como para convertirlo en alguien locamente aficionado a los libros? "Podría crear una narrativa para explicar el mito de la creación de mi frenesí por la lectura", dijo Díaz.
"Sin embargo, en cierto modo, sólo es provisional. Siento que es un misterio que nos hace vulnerables a ciertas prácticas y no a otras".
Sí, todo es misterioso y personal, pero el hecho es que hay algunas pistas de lo que puede tornar a una persona en una lector duradero. The Uncommon Reader (El lector poco común), propone la tesis de que el libro adecuado en el momento adecuado puede despertar un hábito para toda la vida. Para la reina de la historia, este libro es Parsuit of Love (en busca del amor) de Nancy Mitford
Este es un ideal romántico que subsiste en muchos amantes de los libros. “Es como una droga en el sentido positivo”, dice Daniel Goldin, gerente general de Harry W. Schwartz Boookshops, en Milwaukee. “Si tienes el libro que hará a la persona enamorarse por la lectura ella querrá otro después”.
Este tipo de experiencia ocurre, generalmente, en la infancia. En The Child that Books Built (el niño que los libros crean), Francis Spufford, periodista y crítico británico, escribe como las marcas negras entre cada una de las tapas de El Hobbit fueron quedando cada vez más fáciles de entender y liberaron un dragón dentro de él, tornándolo un “adicto” a leer.
Sin embargo, ¿hemos perdido toda esperanza, o la gente aún estará atraída al paisaje literario? ¿Y qué es, exactamente, lo que convierte a alguien en un amante de los libros que regresa una y otra vez por más? No hay una respuesta empírica. Si la hubiera, más libros se venderían tan bien como la serie de Harry Potter o El Código Da Vinci.
La gestación de un lector auténtico y comprometido es en cierto modo un proceso mágico, moldeado en parte por fuerzas externas, aunque también por una chispa dentro de la imaginación. Tener padres que leen mucho ayuda, pero no es garantía. Maestros y bibliotecarios dedicados también pueden ser influyentes. Sin embargo, pese a la proliferación de grupos de lectura y blogs literarios, leer es, al final de cuentas, un acto privado.
"Por qué lee la gente lo que lee es un gran enigma y algo personal", dijo Sara Nelson, directora editorial de la revista de la industria Publishers Weekly.
Junot Díaz, autor de The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, recuerda vívidamente tropezar con una biblioteca móvil poco después de que su familia emigró a Nueva Jersey desde República Dominicana, cuando él tenía 6 años de edad.
Díaz le dio un vistazo a un libro de ilustraciones de Richard Scarry, a una colección de pinturas de naturaleza estadounidense del siglo XIX y a una versión de El Signo de los Cuatro, de Arthur Conan Doyle.
¿Así que qué tenían esos tres títulos como para convertirlo en alguien locamente aficionado a los libros? "Podría crear una narrativa para explicar el mito de la creación de mi frenesí por la lectura", dijo Díaz.
"Sin embargo, en cierto modo, sólo es provisional. Siento que es un misterio que nos hace vulnerables a ciertas prácticas y no a otras".
Al poner de lado tales advertencias, hay algunas pistas en cuanto a qué podría transformar a alguien en un lector duradero.
The Uncommon Reader propone la teoría de que el libro adecuado en el momento adecuado puede encender un hábito de por vida. Éste es un ideal romántico que persiste entre muchos bibliófilos.
No obstante, ¿qué hace que un libro provoque una lectura continua? Para algunos, es el descubrimiento de que el personaje de un libro es como uno, o piensa y siente como uno.
Para otros, no es tanto la identificación como el hecho de darle cabida al Otro lo que los atrae a la lectura.
La cuestión de si leer, o leer libros en particular, es esencial, se complica por el hecho de que parte de lo que atrae a la gente a los libros se puede encontrar ahora en otras partes.
Lectores que quieren saber que no están solos encuentran reflejos de sí mismos en blogs que surgen por todo internet.
Y los programas de televisión pueden satisfacer la avidez por la narrativa y por personajes ricamente texturizados.
Naturalmente, esto no vale para la lectura realizada en búsqueda de información, aclarar algún tema o consejo práctico. Para otras personas, no es tanto esa identificación, sino abrazar al Otro lo que las atrae a la lectura. “Es la emoción de intentar descubrir aquél mundo desconocido.” Dice Azar Nafisi, autora de “Leyendo Lolita en Teherán”, libro de memorias que se transformó en bestseller, sobre un grupo de lectura que ella dirigió en Irán.
A veces el mundo de la lectura se abre con un libro de fácil asimilación. Bennet dice que eligió The Pursuit of Love como el preferido de la reina de su ficción porque fue la primera novela adulta que él leyó por placer. Para él, como para el personaje de su novele, The Pursuit of Love fue un salto hacía una literatura más vigorosa. “Existen todos los tipos de entradas que nos llevan a la lectura, incluso si tenemos en manos lo que, a primera vista, parece ser basura”, declara.
MOTOKO RICH - The New York Times
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